¡Alégrate joven!

Publicado por Antonio Martín en

(Eclesiastés 11:9 hasta el final del libro)

(v.9) “Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios”.

 La juventud y la adolescencia son las épocas quizás de mayor disfrute en la vida.  Se tienen energías y ganas de sobra para hacer cosas, y para emprender proyectos con intensidad y pasión.  Se obtiene mucho placer de seguir los impulsos nobles del corazón… 

Es una época donde solemos tener menos responsabilidades y más tiempo para el disfrute de la vida en libertad (no tenemos todavía un trabajo de 8 horas o más; y no tenemos aún hijos a los que atender y criar; no se tienen que vigilar las finanzas y pagar las facturas).  Se suele estar en casa de los padres, sin trabajar, pero estudiando (porque el trabajo de un joven estudiante es estudiar y aprobar).  Los jóvenes tienen muchos días de vacaciones y muchas oportunidades para socializar, cultivar amistades y hacer otras nuevas, salir, entrar, jugar…

La alegría y el placer sano debe ser característica primordial de la juventud (y no sólo de la juventud…) (v.9) “Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón…”

“Tome placer tu corazón” (otras traducciones dicen “Disfruta”; “Se feliz”) porque para eso hemos sido creados.  No hay nada más triste y descorazonador que un joven amargado, triste o con depresión.  Por eso, joven, no permitas nunca que el enemigo nunca te deprima. 

“Anda según los caminos de tu corazón”  (“sigue tus propios criterios”; “déjate llevar por tu vocación, por los impulsos de tu corazón” rezan otras traducciones).  La juventud es una época de probar cosas buenas, de gustar muchas cosas buenas y también buscar la vocación recibida de Dios.  En muchos casos, probando diferentes actividades que nos llaman la atención y que nos pueden apasionar, descubriremos cuál es nuestra llamada divina, nuestro camino a seguir, nuestra profesión, nuestra senda marcada por nuestro Padre Eterno.   A veces, es en los estudios donde descubrimos un campo, un tema que nos interesa más que los demás; y ese puede ser el camino a seguir desde ya y hacia el futuro.

Hay algunos jóvenes o adolescentes que tienen muy marcada su vocación (lo que van a hacer en la vida, donde se van a desempeñar profesionalmente) desde muy temprano.  Pero, siempre, será bueno consultar al Señor para estar totalmente seguros.

En cambio, hay otros adolescentes o jóvenes que no lo tienen tan claro.  No pasa nada.  En todos los casos, a su tiempo, el Señor te guiará por la senda que debes continuar.  Lo más importante es siempre consultar al Señor y no pararse, hacer cosas, servir en la iglesia… porque la llamada del Señor se puede dar en cualquier momento y haciendo cualquier actividad.  Pero joven, ¡no te pares! ¡No pierdas el tiempo! Aprovéchalo bien. 

Así que jovencito, jovencita “anda en los caminos (buenos) de tu corazón y en la vista de tus ojos (descubre todo lo buenos que Dios ha creado; sé curioso/a; ten interés en aprender cosas nuevas… en aprender de todo y de todos… siempre lo bueno.  Mira siempre con tus ojos puros e inocentes y verás la pureza de toda la Creación de Dios y de todas Sus criaturas.  Sólo recuerda que habrá un juicio divino sobre todo lo que hagas. 

Para Salomón el sentido de la vida está en gozar plenamente del regalo del presente, teniendo plena conciencia del juicio del Señor.  Sabiendo que el Señor nos está mirando… como nuestro Padre y nuestra Madre que es.

La juventud es un don de Dios:  Se debe gozar de todo lo que significa ser joven, con todas sus posibilidades y todo lo que dicha condición conlleva.  Pero recordando siempre que hemos de responder delante de Dios.

(v. 10) “Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; por que la adolescencia y la juventud son vanidad”.  El Señor es claro sobre lo que tenemos que quitar (jóvenes) el enojo y el mal.  Apartarnos de todo lo malo, de lo que nos puede dañar, y sacar de nosotros el espíritu, el ánimo enfadado.  Una buena traducción también sería “Quita el mal humor” o “Quita las penas” porque mantener enfados y penas no nos van a permitir disfrutar de nada absolutamente.  Y todos podemos tener motivos para enfadarnos.  Pero tenemos más motivos para desenfadarnos: el ser felices.  El que vive enfadado nunca puede ser feliz.

“Aparta tu carne del mal”  significa: aparta tu persona, tu ser, tu cuerpo del mal.

(Biblia de Jerusalén) “Aparta el mal humor de tu pecho y aleja el sufrimiento de tu carne, pero juventud y pelo negro, vanidad”.  Esto quiere decir:  Guárdate de desenfrenos que corrompen y degradan.  Guárdate de los abusos y excesos.  Guárdate de las drogas y de las impurezas sensuales.

El “enojo” representa el enfado, el pesimismo, el derrotismo y el pasotismo.

Nada más triste que un joven derrotado de antemano.  Nada más anti-juvenil que el pesimismo y el pasotismo; porque la juventud debe caracterizarse por las ganas de vivir, y vivir intensamente con compromiso apasionado. Recordando el segundo consejo: “Aparta de tu carne el mal”.  Es decir: lo que daña el cuerpo, la mente o el espíritu (cualquier aspecto de tu ser).  A veces, el mal es sólo la dispersión.  El no enfocarse en la tarea que hay que realizar a diario.  No aprovechar el tiempo en lo que nos es útil.

La juventud pasará rápidamente.  Alégrate ahora que puedes hacerlo porque se disipará como el vapor.  La vida es muy corta para desperdiciarla en lo malo o en la inactividad.

La clave del éxito en la juventud está en el v. 1 del capítulo 12: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas:  No tengo en ellos contentamiento”.  El espíritu joven se puede extender hasta casi el último suspiro, pero vendrán años en los que el cuerpo ya no acompañará.  Por eso es primordial dedicar la adolescencia y la juventud al Señor…

Para asegurar el mayor y mejor disfrute de la juventud, el joven debe vivirla delante de Dios, Su Creador.  “Acuérdate de tu Creador” Acuérdate es acuérdate; no te olvides del que te dio la vida y con ella la juventud.  No sea que de tantas cosas que quieras hacer, te olvides del Señor.  Mantén el equilibrio: primero el Señor y luego todo lo demás.  Ese será siempre el orden que funciona.  Lo verdaderamente eficaz.  Comprobarás como Él te ayuda en todo.  Pero primero lo que es primero: Acordarte del Señor.  En tu Creador está la orientación y el sentido de tu juventud y la razón de tu vida ¡Tu vocación!  No pienses en dejar a Dios para más adelante… te perderás lo mejor.

Aprovecha los días de la juventud.  Vive el hoy de Dios, la oportunidad que te brinda el momento presente.  Y acuérdate en tanto eres joven, acuérdate de Dios antes que venga la vejez.

¿Con qué finalidad? Para adquirir bienes duraderos ya ahora: un carácter cristiano, una actitud de obediencia a la Palabra del Señor frente a las circunstancias de la vida; un talante servicial y responsable.  Dejarse criar, amar por el Creador para poder amar a todas las demás criaturas.  Todos estos Bienes son infinitamente más importantes que los bienes materiales.

Salomón aconseja a los jóvenes que vivan acertadamente su juventud con intensidad y sabiduría de lo alto.  Es decir: en el temor de Dios.  En relación con el Señor, sabiendo que todo este mundo está sujeto a desaparecer y que sólo permanece aquellos que está anclado en el Señor.

¿Cuál es la otra alternativa? Olvidarse de Dios y tener una vejez amarga.  Con el Señor tendremos una buena juventud y una buena vejez.  Apartándonos de Él, sólo frustración según vayan pasando los años.  (12:1) “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento”.  Es decir, si no nos acordamos de Dios, vamos a terminar nuestra vida amargados, descontentos de todo y con todos.  Lord Byron escribió: “Sólo hay una desgracia; no tener siempre 25 años”.  Obviamente no conocía a Dios cuando escribió eso.  El cristiano no tiene que sufrir esta desgracia, según van pasando los años, porque tiene algo mejor que 25 años: Vida y Vida en abundancia, La Vida del Eterno, la presencia del Señor en el Espíritu Santo llenándolo todo.  Y la esperanza de ver venir al Señor y entrar en Su reino.

“Acuérdate de tu Creador” significa: Sírvete de tus manos y tus pies para ponerlos al servicio del Señor.  Come y bebe lo que te da Dios como don del cielo, siendo agradecido.

Sírvete de tus ojos para contemplar las bellezas de la Creación y para leer la belleza de Su Revelación.

Sírvete de la voz para cantar al Señor y dar testimonio de Él.

Sírvete de los oídos para escuchar y entender la Palabra de Dios, alimentar así tu ser interior y ponerla en práctica.  Escucha el clamor de los empobrecidos para ayudarles.

La vida, hoy, joven, es tu ocasión.  Es tu oportunidad única para disfrutar y para experimentar el cuidado y la dirección del Señor.  ¿Vamos a malgastarla?

Terminamos con las palabras del apóstol Pablo en 2 Cor 4:16 “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”.  Amén.

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