Semana universal de oración

Publicado por Joaquín Yebra en

HECHOS DE LOS APÓSTOLES 16:6-10.

INTRODUCCIÓN:

Cuando leemos esta parte del libro de los Hechos de los Apóstoles, da la impresión que los portadores del mensaje de la salvación estuvieran inclinados a continuar su trabajo en Oriente…

Como si les costara avanzar hacia el Occidente.

Al fin y al cabo les resultaba una región desconocida…

En Oriente contaban con un contingente importante de comunidades judías donde podían hallar una base religiosa firme sobre la cual sembrar la semilla de la Buena Nueva.

Sin embargo, todas estas consideraciones, y cuantas pudieran tener en su corazón aquellos misioneros, se desmoronaron tan pronto se manifestó el Espíritu del Señor.

DIRECCIÓN SOBRENATURAL:

El Espíritu de Jesús señaló claramente, sin posibilidad de malentendido, el camino hacia Occidente, hacia Europa.

Debieron llegar a Troas, que era una colonia romana cerca de Troya, con una gran inquietud en el corazón, al ver que el Espíritu del Señor no les permitía entrar en la provincia de Asia, pasando junto a Misia, y haciéndoles descender a Troas.

Allí fue donde el Señor le dio a Pablo el mandamiento decisivo, mediante una visión… No un mero sueño, sino una visión profética, acompañada por la impresión sobrenatural de su origen y significado divinos.

CAMBIO DE ESFERA DE TRABAJO:

El paso de Oriente a Occidente representaría un crecimiento desbordante en la extensión del Evangelio y el desarrollo de la Iglesia.

Pablo había sido llamado a predicar el Evangelio a todos en general, comprendidas las tribus semi-bárbaras de Asia Menor, pero muy en particular a los gentiles…

Tocar la realidad de Grecia, del mundo helénico, era entrar en contacto con toda la cuenca mediterránea, y abrir miles, millones de puertas a la Buena Nueva de la salvación… A la superioridad del mensaje cristiano frente a todos los demás sistemas filosóficos meramente humanos…

Y si el apóstol Pablo no hubiera obedecido al llamamiento de aquella visión de un varón macedonio, nosotros no tendríamos hoy sus Epístolas a los Romanos y a los Corintios, y probablemente tampoco tendríamos la Carta a los Efesios.

DOS LECCIONES IMPORTANTES PARA NOSOTROS HOY:

Primeramente, que aquel varón macedonio representaba un mundo sin el Evangelio…

Aquel varón macedonio era un europeo, culto, sofisticado, filosófico, educado, refinado, acostumbrado al pensamiento abstracto y a la conceptualización…

Pero también representaba el fracaso rotundo de Roma, el estado corrupto de la sociedad, la pérdida de la libertad, la carencia del verdadero progreso, el fracaso intelectual de Grecia, las contradicciones filosóficas, el olvido de los pobres y de los ignorantes, el hedonismo, el culto al cuerpo, y la tensión entre la proliferación de los vicios y el desarrollo de las facultades mentales…

Aquel varón macedonio representaba la destitución espiritual del mundo, la degradación de la persona, la manipulación de las masas, el confusionismo de los hambrientos de voces nuevas, los atrapados por el espiritismo, la brujería, la adivinación y todas las mancias que Dios llama «abominaciones»…

Y hoy también muchos hombres y mujeres de otras latitudes, comprendidos muchos procedentes de un mundo calificado «de tercera», están recibiendo la visión del varón macedonio, del varón europeo, del representante de la orgullosa Europa, que Dios levanta para que clame y diga: «Pasad a Macedonia y ayudadnos».

En segundo lugar, que debemos cerrar nuestros oídos a todas las demás voces, para escuchar solamente la voz del Santo Espíritu de Dios…

El Señor sigue llamando a la evangelización…

La voz del Señor sigue haciendo que muchas voces clamen: «¡Pasad y ayudadnos!»

Sobran medios, pero faltan corazones.

Las excentricidades y abusos de algunos no deben hacernos caer en la terrible trampa de despreciar la voz del Señor, o creer equivocadamente que el lugar del Espíritu Santo y su dirección depende ahora de nuestros comités…

El Señor quiere, sabe y puede sanar la sordera al clamor de las almas necesitadas…

Y muchos de los misioneros que nos llegan hoy son, efectivamente, fruto espiritual de aquellos europeos que fueron en el pasado con la Buena Nueva a los lugares más recónditos.

En medio de las señales de los tiempos, hacen acto de presencia esferas de fe y celo evangelizador de alcance insospechado…

Miles y miles de inmigrantes pueblan nuestras tierras…

Hijos y nietos espirituales vuelven a casa con la semilla del Evangelio…

Se rompen fronteras cada día…

Todo se globaliza, todo se acerca…

Y también para nosotros, para la iglesia evangélica de España, se abren muchas puertas para que dejemos de conformarnos con una conciencia satisfecha con ser más aceptados socialmente que nunca antes, para que llevemos la Palabra de Dios, el Evangelio de Jesucristo, hasta los últimos confines de la tierra…

Orando y apoyando a cuantos partan con la Buena Noticia…

Orando y apoyando a cuantos vengan con la Buena Nueva…

Sabiendo que nos ayudamos a nosotros mismos en la medida en que somos de ayuda y bendición para otros…

Y descubriendo que ya hay una parte de ese mundo necesitado que no ha esperado a que fuéramos nosotros…

Muchos han perecido en el Estrecho… Otros han sido rechazados en las fronteras… Otros están encerrados por carecer de documentos en la cárcel de Moratalaz… Pero otros han logrado entrar y compartimos con ellos las calles, el metro, el autobús…

Y el Señor bendito espera que compartamos con ellos el Evangelio.

Amén.

Categorías: Predicaciones