BALTASAR HUBMAIER

Publicado por Samuel Pérez Hernando en

Hace cerca de 50 años -verano de 1.953- un pequeño pueblo del sur de Alemania, en la frontera con Suiza, y a orilla del Rhin, de nombre Waldshut, se vio invadido por gente de América y Europa, con objeto de inaugurar un templo, para predicar el Evangelio y adorar a Dios. Aquel templo se había levantado por la suscripción popular de muchos bautistas en todo el mundo.

La Unión Evangélica Bautista Española, contribuyó con un banco de madera, para la construcción de su mobiliario.

En la puerta del templo reza una inscripción que dice: «LA VERDAD ES INMORTAL». ¡Merecía la pena haber estado allí!

El templo se levantó -además de su objetivo principal-, en honor de un hombre que vivió y murió sustentando una ideas nuevas que no eran corrientes en su tiempo, pero que han permanecido vivas hasta nuestros días, y lo seguirán siendo, mientras que el Señor de Cielos y Tierras, permita que la Iglesia Cristiana permanezca en el mundo, y haya hombres y mujeres que quieran ser libres y adorarle según les dicte su conciencia, convencidos por la Palabra Eterna que se revela en el Evangelio de Jesucristo.

¿Y quién es ese Hombre?. El Personaje con Historia de hoy: BALTASAR HUBMAIER

A finales del siglo XV, Europa estaba ya conmocionada por un movimiento que se conoce como Renacimiento. Fue como un «viento nuevo» que sacudió la cultura, las conciencias y las ideas; las aguas, aunque turbias, siguen discurriendo por cauces normales, y nada parece que sucede, sin embargo todo va a ser perturbado por ese «viento». Los años siguientes -sobre todo a partir de los 80-, ven la luz hombres que después harán historia y conmoverán su mundo.

Eso sucede con Baltasar Hubmaier que nace en una aldea de Friedberg cerca de Ausburgo, en el seno de una familia de humildes campesinos. Como es natural, nada se sabe de su infancia ni tampoco de su familia y hogar, solamente se conoce que siendo aún niño va a estudiar a Ausburgo, capital de su comarca, y ciudad de importancia cultural, política y financiera, Allí estudia Latín, lo que induce a pensar que fuera como futuro sacerdote católico-romano, algo muy corriente en aquellos días.

Más tarde se matricula en la Universidad de Fribugo, donde enseña Juan Eck, hombre inteligente y gran controversia muy de la época, y que mantuvo una disputa teológica con Lutero en el 1519. Ahora ya comenzamos a tener noticias seguras de su vida.

Los años de estudiante son largos, difíciles y duros, ayudándose con trabajos de maestro durante cierto tiempo. Su tutor en la Universidad, Juan Eck, tiene para Hubmaier palabras de elogio, por su inteligencia, asimilación y aprendizaje, que le permiten ganarse el favor y la simpatía de todos. No se conoce la fecha de su graduación en Teología, que obtiene en la Universidad de Friburgo, pero sí que en el año 1511, forma parte de la Universidad enseñando Teología, quizás ocupando la cátedra que deja vacante Juan Eck, que había sido nombrado profesor de Ingolstad poco antes.

Pero no mucho después, encontramos a Hubmaier en aquella Universidad de Ingolstad. No es quimérico pensar que su antiguo profesor Juan Eck, y ahora colega, interviniese en el traslado. Como fuera, es el Dr. Torbet quien afirma que era lector de Filosofía en Ingolstad, cuando recibe su doctorado en Teología en el año 1512. A la sazón, Hubmaier tiene 32 años y lo peor ha pasado.

Nuestro «personaje» en estos años, era un hombre que se hacia querer tanto por su saber como por su piedad. Es Jorge Blaurock, en las crónicas huteritas, quien dice: «…Baltasar Hubmaier era bien instruido en Alemán, Latín, Griego y Hebreo y, muy versado en las escrituras». En aquella Universidad llega a ser vice-rector y sacerdote de la Iglesia de la Universidad.

El nombre de HUBMAIER empieza a sonar en las altas esferas. Y en el año 1516 es nombrado Magistral de la catedral de Regensburgo (Ratisbona), donde alcanza fama de predicador. Durante su estancia en Regensburgo, algo muy esencial y profundo empieza a germinar en su alma, no se debe perder de vista que las innovadoras ideas de Lutero recorren el mundo, y conmueven los espíritus, conmoción a la que Hubmaier no podía estar ajeno.

La primera piedra de «escándalo» viene por un antisemitismo atroz, muy a tenor del pensamiento «romano». Hubmaier ataca a los judíos de la ciudad a causa de los intereses que cobran, que eran vistos como usura, ilegales e injustos, y en especial por ser «blasfemos contra Dios». Hubmaier ataca a los judíos en su predicaciones y al Emperador, su protector, con lo cual se gana el anatema del Emperador Maximiliano quien ordena su expulsión de la ciudad.

Lo que en verdad le hace a HUBMAIER salir de Regensburgo, es la peste que asola la ciudad a finales del 1520. Para afincarse en el pueblo a Waldshut cerca de Suiza, a orillas del Rhin.

En aquella población Hubmaier tiene inquietudes espirituales, lo que no es extraño; Waldshut está cerca de Zurich y de San Gall, poblaciones suizas, que ya en 1522 se han decantado por la Reforma luterana, reforma que no seria lejano HUBMAIER. Amén de contactos personales con adalides reformistas de Schaffhausen, influyen en su ánimo. Los eruditos dicen que también la teología paulina hecha por Erasmo, y los reformistas de Wittenberg acaban por convencer a Hubmaier. Lo esencial es que en este tiempo su predicación era típicamente bíblica, haciendo exposiciones del Nuevo testamento con toda sencillez, pero llenos de erudición. Es muy posible que ya en el 1522, su corazón sea evangélico, pero no podemos afirmarlo todavía.

Los dos años siguientes -1523 y 24-, mantiene contactos con Reformadores de talla. El primero con Zuinglio -Mayo de l.523-; con quien no mucho después rompe, ya que la postura del Reformador suizo, fue contraria al bautismo de creyentes, que los mejores de sus colaboradores mantenían junto con Hubmaier -Tomas Munzter, Conrado Grebel, y otros-. La segunda con Carlstad, quien le enseña sobre la ·»Cena del Señor».

Conocidas personalmente las reformas habidas en Zurich, y lo ocurrido con los «rebautizadores», Hubmaier, podemos afirmar, que es un evangélico de completo, pero en la línea nueva del «bautismo de creyentes, que había visto y experimentado en Suiza.

De nuevo en Waldshut. comienza a hacer reformas similares a las que había visto en Suiza, con la ayuda del pueblo que le seguía en la línea evangélica que predicaba: Enseñó a orar solamente a Dios, quitó la adoración a las imágenes, la Comunión se hizo en las dos especies. y se abolió casi el bautismo infantil, manteniéndolo para aquellos que insistían en ello. Para ser consecuente con las ideas que predicaba y las reformas llevadas a cabo, presenta su renuncia como sacerdote romano a la iglesia de Waldshut, quien inmediatamente le elige como «Ministro del Evangelio» y le nombra Pastor de la congregación. Littell dice que esto es de una gran importancia histórica de los Anabautistas, porque marca el principio del gobierno congregacional. ¡En Waldshut ya tenemos una iglesia bautista en 1524!

El año 1525, hay dos noticias que no debemos dejar en el tintero. La primera alegre y positiva; Baltasar Hubmaier se casa. La segunda triste y negativa: Una controversia pública en Zurich, entre Zuinglio y sus ayudantes más distinguidos, que acabó a sangre y fuego con los Anabautistas suizos, de quien Hubmaier era partidario. Este protestó abiertamente contra Zuinglio y el Concilio de la ciudad, por las consecuencias negativas de lo allí ocurrido.

Todavía un suceso más es digno de destacarse. Un tal Guillermo Reublin, desterrado de Zurich, por la victoria de Zuinglio y sus ideas, visita a su amigo y hermano Hubmaier en Waldshut. Esto ocurre el día 15 de Abril de 1525. Hubmaier y sesenta personas más son bautizadas por Reublin. ¡Ahora si que la congregación de Waldshut es una Iglesia Bautista!. Y Hubmaier fue conocido por todos como un cabecilla de la causa Anabaptista, oponiéndose abiertamente a Zuinglio, en este particular, quien no tardó en calificarle como un hombre peligroso, no por su doctrina, sino por su obra, según Zuinglio,. cismática.

La obra de Hubmaier, su acción, enseñanzas enraizadas en la más pura línea bíblica realizada en Waldshut, no duró mucho. Ya el año anterior Hubmaier tuvo que salir de su ciudad a consecuencia de una orden de arresto por parte de las autoridades austríacas, bajo cuyo poder estaba Waldshut. Orden que nadie acató. Pero ahora a finales de 1525, las autoridades austríacas no se conforman con una orden, sino que envían tropas para detener a Hubmaier, y obligar a que Waldshut vuelva a la «normalidad», siendo saneada de toda herejía. En esta ocasión nuestro Personaje se ve obligado, por segunda vez y última, a dejar Waldshut, a la que no volvió a ver en vida. Solamente resuena su frase característica que ha perdurado hasta hoy: LA VERDAD ES INMORTAL.

El día 5 de diciembre de 1525, Hubmaier, acompañado de su esposa Hugline, con quien se había casado hacia menos de un año, abandonan para siempre Waldshut. Atrás, obligado por la circunstancias, dejaba una congregación evangélica, con principios bautistas, una predicación bíblica, y una enseñanza que no pocos quisieran para sí, y que superando todas las vicisitudes del tiempo y de la historia clama: LA VERDAD ES INMORTAL.

Ahora sólo queda tristeza, humanidad y muerte: todo muy típico de la débil carne que todos arrastramos.

Hubmaier y su esposa, ingenuamente van a Zurich buscando refugio en los antiguos hermanos anabaptistas. Pero la intolerancia de Zunglio, quien no había olvidado la oposición de su antiguo colaborador, y al que había marcado como personaje peligroso, no le va a dejar en paz.

A los pocos días de su estancia en Zurich, Hubmaier es arrestado por orden del Concilio, basándose en que era mantenedor de ideas monstruosas.

Hubmaier en prisión, mantiene una controversia con Zunglio, que no ayudó nada la situación de nuestro Personaje. Hubmaier avergonzó a Zunglio probando que éste había anteriormente creído y mantenido la idea del bautismo de creyentes, aunque ahora no fuera consecuente con sus antiguos pensamientos. Este traspiés que obligó dar a Zuinglio públicamente, nunca se lo perdonó, sino que se lo hizo pagar con dolor y sangre.

La prisión fue dura, cruel para Hubmaier, quien estaba muy debilitado en su resistencia y enfermo. Tal situación es aprovechada por su enemigos, quienes arrancan de Hubmaier una declaración para desdecirse públicamente.

La retractación de Hubmaier se decide que sea en la Catedral y a la vista de todos. Para tal ocasión se prepararon dos púlpitos, uno frente al otro, para cada uno de los oponentes: Zunglio y Hubmaier. La catedral se llenó a rebosar de gente que querían ver el acontecimiento.

El primero en hablar fue Zunglio, que lo hizo con la fogosidad que le era natural, manteniendo al público «en vilo, como si lo tuviera cogido por los pelos», expuso todas las «herejías» de las cuales debía retractarse Hubmaier,

Cuando le tocó el turno a Hubmaier y subió al púlpito preparado para la ocasión, las gentes vieron casi un «cadáver», más que un peligroso hereje: una extrema delgadez en su cuerpo de la enfermedad y las presiones sufridas; muy débil: los ojos hundidos, la barba descuidada; no parecía ni la sombra de aquel que era. No era Hubmaier un cristiano hecho para llevar «la palma del martirio», sin embargo, y muy a pesar suyo, la ganó, y bien ganada la tiene.

Empezó Hubmaier haciendo una exposición de su fe y creencias confirmándose, ante el asombro general, en todos sus puntos. Sostuvo, cuando menos preparado estaba para ello, el bautismo de creyentes es el auténtico bautismo del Nuevo Testamento. La ocasión terminó «como el Rosario de la Aurora», el escándalo que se armó fue mayúsculo. Los partidarios de Hubmaier, que eran más de los que se pensaban, aplaudían y vitoreaban; los contrarios chillaban, protestaban, y pedían el silencio del hereje. Devuelta la calma y terminada la reunión, Hubmaier fue devuelto a la cárcel para experimentar la angustia que todavía le quedaba por conocer.

No obstante, sus enemigos querían, al precio que fuera, una retractación total, y no cejaron hasta conseguirla. Las evidencias nos señalan que Hubmaier fue sometido a tortura, y bajo tal presión firmó una declaración, en la que afirmaba haber sido convencido del error del anabautismo, que nunca se opuso a que los cristianos ocupasen puestos en el gobierno, ni había predicado la comunidad de bienes. Lo único de verdad de aquella declaración era sus ideas anabautistas, lo puntos siguientes eran una verdad incuestionable. La famosa declaración de Hubmaier es leída el 6 de abril de 1526 en la Catedral de Zurich ante el contento general de todos los partidarios de Zunglio. Una vez conseguido su objetivo, retener a Hubmaier más tiempo en la cárcel era contraproducente para su causa. Así, bajo pena de destierro es expulsado de Zurich en Junio en 1526.

Durante un corto tiempo deambula por Alemania, buscando dónde ir. Para irse a vivir a la región morava de Nikolsburg. En este lugar empieza una nueva etapa de su vida, pero no iba a durar sino un año más.

Aquella estancia en Nikolsburg fue de gran éxito y bendición. Fue como una compensación por los sufrimientos pasados, y al mismo tiempo, como un fortalecimiento en su fe, para superar lo que aún le aguardaba.

La región morava donde Hubmaier se ha afincado, era una tierra cristianizada desde antiguo por los misioneros Cirilo y Metodio en el siglo IX, bajo la dirección de la Iglesia Oriental, que lucha para contrarrestar la influencia de Occidente.

En un año de ministerio de Nikolsgurg, los frutos conseguidos no pueden ser más espectaculares. Bautiza a más de seis mil personas, entre los que se cuenta el señor de la región Leonard von Liechtenstein, escribe varios tratados y libritos sobre el bautismo, de los cuales el historiador Torbet afirma que aunque su estilo no tengan la erudición de un Erasmo o de un Malachton, si estaban presentados de una buena forma y en una línea netamente bíblica.

Sin embargo, la felicidad no es completa. Al poco tiempo de la llegada y estancia de Hubmaier, llegan a Nikolsburg un grupo de radicales capitaneados por Jacobo Wideman, quienes enfatizaban la comunión de bienes como un principio que imponía el Evangelio. Seguidamente llega a la región Jacobo Huter, que predicaba la no resistencia y la prohibición de participar en el Gobierno civil, lo que trae una serie de conflictos y enfrentamientos, que obliga a Leonard von Liechtenstein a intervenir, pidiendo a los recién llegados que se unan al grupo ya formado de Hubmaier, como medio de vivir en paz. los principios de Widemann y Huter, no eran los de Hubmaier, pero éste nunca haría guerra por ellos. Sin embargo, los lideres oponentes, hacen causa común y dan serios problemas a Hubmaier y a su grupo, no aceptando la fusión entre los grupos. Poco después. y por intervención del señor de la región, éstos tienen que salir de Nikolsburg, para establecerse en Bogenitz y en Austerlitz.

Pasada la nube de los radicales, Nikolsburg fue para Hubmaier «su Emmaus», como él mismo lo llamaba, y la época más feliz de toda su vida. La lástima, para él como para su movimiento, es que fuera tan corto.

La fechas ciertas que tenemos nos indican que el Tratado sobre la Espada, en donde sostiene el Gobierno Civil como establecido por Dios y que debe ser obedecido, sino se quiere sufrir como delincuente, violento o injusto, data de Junio de 1527, y sabemos que es lo último que escribe Hubmaier. Pero su fama es de un anti-pedobautista, cosa que no podían aceptar ni Católicos ni Reformados. Así el 23 de Julio de 1527, es apresado por orden del Archiduque Fernando de la Casa de Augsburgo, afines a la línea católica y heredero del Emperador Carlos I, de España

Hubmaier está prisionero en Kreuzenstein. cerca de Viena, donde permanece hasta marzo de 1528, y desde allí trasladado a Viena poco antes de su ejecución.

Tras ocho meses de prisión, donde cada día que pasaba veía más cerca la hora de su muerte. El fatal destino llegó en Marzo de 1528. No conocemos nada de un juicio que le condenara, y si lo hubo, debió ser sumarísimo. Lo más fácil sería una orden del Rey Fernando sin mucho más.

Téngase en cuenta que los Reformadores tenían pocas posibilidades de librarse de la muerte una vez que eran hechos prisioneros; pero aún aquellas probabilidades se igualaban a cero, si el prisionero era un radical Anabautista, éstos tenían la condena escrita en sus frentes.

Hubmaier es condenado a la morir en la hoguera, quemado vivo, el 10 de Marzo de 1528.

Acerca de su martirio se conocen los siguientes datos únicamente.

Según informa un testigo presencial, sufrió sin quejarse el martirio. No obstante sobre este asunto hay varias opiniones. Hubamier no fue nunca un valiente héroe frente al sufrimiento y la tortura, pero ahora va hacia ella, con todo el valor de pudo hacer acopio. El Historiador Vedder afirma: Iba en una carreta por las calles de Viena, desde la prisión al lugar de la ejecución, mientras los verdugos le torturaban con tenazas al rojo vivo, como medio para conseguir su negación de las «monstruosas doctrinas mantenidas» La narración no puede ser más truculenta y muy típica de los tiempos.

Sea como fuere, Hubmaier llegó al lugar de suplicio, atado a una estaca para ser quemado, Cuando la leña fue encendida y el fuego subió hasta su barba, se oyó una oración que brotaba de sus labios. Sus últimas palabras fueron: «¡Oh mi Padre celestial! ¡Oh, Misericordioso Dios!»

Las llamas prendieron su barba, pero aún se le oyó exclamar. ¡Oh Jesús, Jesús!» después el humo le ahogó y las llamas hicieron el resto.

Al día siguiente, el 11 de Marzo de l.528, Juan Faber, antiguo conocido de Hubmaier firmó un escrito en los que decía por qué el abogado del nuevo Bautismo y antiguo novicio, doctor Baltasar Hubmaier, fue quemado por hereje a causa de sus opiniones sobre el bautismo y la «Santa Cena», y continuaba diciendo que el Rey había castigado su malvadas y revoltosas ideas.

Así acaba la vida de un verdadero mártir y gran Reformador de la talla del siglo XVI: Un hombre de Dios, a quien nada pudo acusar de de nada sucio, inmoral, fanatismo o de intereses personales. Su saber estaba a la altura máxima del tiempo, su elocuencia era una de las vanguardias del momento, y su piedad bien reconocida, y sus escritos no pueden tener una línea más pura y bíblica, y quién supo mantener un gran principio por el cual muchos han dado la vida: LA VERDAD ES INMORTAL.

Se me hace muy imposible, como colofón o final, no poner aquí, lo que el historiador Torbet dice de Baltasar Hubmaier:

«La valoración de Baltasar Hubmaier está a la altura

de un verdadero gran Reformador. Su causa fue censurada por los lideres reconocidos de la Reforma, y esto le ha privado, hasta hace pocos años, del lugar que le corresponde entre los héroes de la Reforma. Pero al menos por tres grandes principios será recordado: La supremacía de las Escrituras, La libertad Religiosa y el Bautismo de creyentes. Por éstos dio su vida»

Debemos solamente mencionar una palabra de su fiel y digna mujer. Tres días más tarde de la muerte de Hubmaier, o sea, el 13 de marzo de 1528, al amanecer del día, fue ahogada en el Río Danubio, con una gran piedra colgada de su cuello.

Y los verdugos se quedaron tan contentos.

Samuel Pérez Hernando

Madrid e Invierno 1.999.

JORGE BLAUROCK 1.492-1.529

La década 1.520-1.530, es un tiempo «horribilis» para el movimiento anabautista evangélico. En 1.526, muere Conrado Grebel de la peste, unos meses más tarde -enero 1.527-, es ahogado Feliz Manz en el río Lemat de Zurich. En 1.528 es quemado Baltasar Hubmaier, que ya hemos conocido. En l.529 muere quemado también nuestro personaje de hoy: Jorge Blaurock.

Lo que sabemos de él no es mucho, pero sí lo suficiente para hacer una página de PERSONAJE CON HISTORIA.

Nuestro personaje permanece casi ignorado desde su nacimiento en Bonadus, en la comarca de Grisons, en la parte oriental de Suiza en 1.492, hasta 1.525 aprox. que aparece en Zurich. Solamente podemos afirmar, que se educó en la Universidad de Leipzig, fue cura párroco en Trins. Cuando aparece en Zurich de repente, de ahí que alguien diga de él, «que es un meteoro en la noche», por su aparición y desaparición tan rápida.

Jorge Blaurock, apodado Carcajob, «el hombre del saco azul» que Blaurock llevaba era un hombre de gran personalidad: Un tipo de Elías, o de Juan el Bautista. Era físicamente grande y fuerte, anímicamente valiente e intrépido. El historiador J. Anderson nos lo describe como «alto, fuerte con ojos ardientes y cabello negro. Era vehemente y tosco en su forma de ser. Como Juan el Bautista predicaba el arrepentimiento de pecados con una elocuencia inusitada.» (1) Sus amigos le llamaban el «Pablo anabautista»

Pronto se unió al grupo de creyentes que dirigían Grebel y Manz, y tenemos el momento solemne del bautismo de Blaurock en la obra de Fritz Blanke:

«El grupo de creyentes seguidores de Grebel había orado durante mucho tiempo para que Dios les mostrase el momento en que debían actuar. Ese instante se había presentado ya. Resultaba claro que el tratar de convencer a Zuinglio era poco menos que imposible y que el gobierno de Zurich nunca llegaría a implantar una Iglesia Apostólica conforme a sus ideas. Por lo tanto, se vieron en la obligación ante sus conciencias de poner, manos a la obra.

En la tarde del día 21 de enero de 1.525, posiblemente en casa de Felix Manz, en Zurich, se reunieron para orar. Momentos después Jorge Blaurck se levantó y pidió a Grebel que le bautizase. Grebel así lo hizo y acto seguido Blaurock bautizó al resto de los asistentes a la reunión.» (2)

Había nacido el movimiento anabautista de Suiza, dignos antecesores de la denominación Bautista.

En marzo de 1.525, interviene en la Segunda disputa pública sobre la cuestión del bautismo en Zurich, donde una vez más el pueblo siguió las enseñanzas de Zuinglio, quien amenazó a los defensores del bautismo de creyentes de cárcel e incluso de muerte si no abandonaban sus enseñanzas.

A pesar de las amenazas de Zuinglio, Blaurock siguió su labor evangelizadora, lo que trae la cárcel en 1.526, en unión de sus hermanos Grebel y Manz. En la primavera de aquel año y con ayuda de amigos, se escapa de la cárcel. Para volver a ser encarcelado el año de 1.527, cuando con ocasión de la muerte de Felix Manz, fue cruelmente azotado con varas y desterrado de Zurich, dónde no fue asesinado por ser extranjero.

Blaurock permaneció en Zollikon (pueblo cerca de Zurich, donde se había formado una iglesia anabautista de cerca de 50 personas, seguidores de Felix Manz y Conrado Grebel), hasta febrero, pero el día 26 sale de Zollikon, sin que sepamos su destino, para no volver nunca más. Hay quien asegura que trabajo en la ciudad de Berna (enero de 1.528, y en Appenzell hasta el 1.529, de donde también fue desterrado bajo pena de muerte.

En Mayo de 1.529 se encontraba en el Tirol, donde realiza un ministerio itinerante muy extenso y fructífero para la causa anabautista, hasta que prendido por las autoridades de la ciudad de Innsbruck, en agosto de aquel mismo año Blaurock y Hans Langegger son torturados manteniéndose fieles a sus ideas y principios, y como no pudieron disuadirles y vencer su resistencia, son quemados vivos el 6 de septiembre de 1.529 en la ciudad de Klausen.

Así terminó su vida aquel «Hércules de los anabautistas», como le llamaba Zuinglio. Los tres héroes del nuevo concepto del bautismo de creyentes, y nuestros precursores más inmediatos fueron Conrado Grebel, Felix Manz y Jorge Blaurock, a quienes saludamos con respeto por su valor, fidelidad y honestidad de vida que dejaron tras si, de la que hoy nosotros podemos sentirnos agradecidos. No fueron los únicos, pero sí unos «meteoros de la noche», que dejaron una estela de luz capaz de alumbrar vidas modernas.

Samuel Pérez Hernando

La Poveda, Arganda del Rey, 1.999

NOTAS:

(1) J.Anderson. «Historia de los Bautistas» tomo II, pág.38

Casa Bta..de Publi. El Paso. Texas.

(2) Blanke, Fritz. «Hermanos en Cristo» pàg. 11. traducción de Marcelino Huidobro de la versión inglesa del Dr. Joseph Nordenhaug.

LOS BAUTISTAS «GENERALES»

En medio de las luchas religiosas de la Reforma en Inglaterra, a partir de la ruptura de relaciones con el Papado, que fue una revuelta política más fue una reforma religiosa. Hay todavía que esperar unos años para que esa Reforma sea verdadera.

Es durante el reinado de María (l.553-l.558), que empieza a gestarse. Los teólogos ingleses se empapan de la doctrina protestante en su forzoso exilio en Europa; su vuelta en 1.558, bajo el reinado de Isabel I, fue un periodo de efervescencia religiosa que marca el verdadero reformismo inglés y, dentro de este con el Puritanismo, es donde se da la Reforma en Inglaterra.

No tenemos tiempo para aquí para bucear en el movimiento en sí: pero sí para mostrar algunas de sus consecuencias

De esta lucha surge el «congregacionalismo», que eran grupos clandestinos separados, tanto de la iglesia Anglicana, como de los no Conformistas; con Robero Browne (1550-1633), como líder más destacado, aunque no el único.

Pero no estaban solos los «congregacionalistas». En la ciudad de Gainsborourgh, se encuentra un centro separatista que iba del anglicanismo presbiteriano-congregacional al principio del bautismo de creyentes, donde surgirán los llamados «bautistas». Generales primero y Particulares, después.

Consideremos primero a los «Bautistas Generales»

De la escuela puritana de la Universidad de Cambridge salieron la mayor parte de los caudillos presbiterianos e independientes: Roberto Browne, Fracis Johnson, Juan Robinson, Enrique Ainsworth y Juan Smyth entre otros. A nosotros nos interesa la trayectoria de éste ultimo. En medio de un «caldo de cultivo» preparado por los Lolardos primero, y por los anabautistas después, surgen los llamados Bautistas «Generales». Llamados así por su teología arminiana.

Juan Smyth nació aprox. por el año 1.570 en el Valle de Trento. Poco o nada se sabemos de sus primeros años, sin embargo, los historiadores pueden hoy, distinguirle de otro del mismo nombre- Juan Smyth; más viejo que nuestro personaje-.

Se puede seguir la estela de nuestro Juan Smyth a partir de l.586, cuando con una beca de estudios se inscribe en el Colegio de Cristo de Cambridge, siendo «valet» de Franscis Johnson. En 1.594 es ordenado por el Obispo de Lincoln. Aunque ya inclinado hacia el separatismo, acepta el cargo de Ayudante de Presbítero de la ciudad de Lincoln, que abandona en l.605, por sus ataques desde el púlpito en contra de los pecados de la ciudad. Se sabe que publica un libro de sus sermones entre 1.602-1605, donde todavía no era un separatista neto, a la cual se entrega en 1605/6.

Entretanto Había en la ciudad de Gainsborough, un grupo de hombres jóvenes que investigaba el problema religioso entre los que encuentran Tomás Helwys, Juan Murton, Guillermo Brewster y Juan Robinson entre otros. En 1.602 se constituyen en iglesia clandestina de tipo congregacionalista, a la que se une Juan Smyth en 1.606. Aquel mismo año (?), seguramente debido a su número y para más seguridad deciden separarse pacíficamente en dos grupos. Uno reuniéndose en Scrooby Manor House, en las afueras de la ciudad, bajo el pastorado de Juan Robinson; y el de Gainsborough bajo la dirección de Juan Smyth. Ambas congregaciones no tardarán en coincidir en Amterdans (Holanda), donde tienen que exilarse por la persecución levantada contra ellos. El grupo de Scrooby Manor llega a Holanda en 1.608, y poco después marchan a Leyden, donde organizan una iglesia separatistas bajo el pastorado de Juan Robinson y Guillermo Brewster como anciano. Son los famosos «padres peregrinos» que emigran al Nuevo Mundo en 1.620, constituyendo la colonia de Plymouth, de tanta importancia en la historia del Estados Unidos.

Es por esta razón, que algunos historiadores ven una influencia de Juan Smyth en los comienzos de la historia religiosa en Nueva Inglaterra.

Mientras tanto el grupo que pastorea Juan Smyth, llega también a Holanda con Tomas Helwys y unas ochenta personas. Comienzan a reunirse en la propiedad de unos menonitas «waterlander», quienes influyeron sin duda sobre el grupo; Juan Smyth bajo llega a la conclusión de que tanto él como su grupo no están correctamente bautizados. En tal decisión y sin embargo, no queriendo ser bautizado por los menonitas, por razones teológicas, en 1.609 Juan Smyth se bautiza a sí mismo, y seguidamente a Helwys y unas cuarenta personas más. A causa de este hecho tan insólito, a Smyth se le denomina «el autobautista», la forma del bautismo fue la afusión, pues todavía la inmersión era un asunto sin resolver. La gran pregunta era: ¿Quién puede y debe ser bautizado?. Juan Smyth dijo que podía y debía serlo un creyente. Con lo cual el bautismo infantil quedaba invalidado, y espurio de las Escrituras.

Un número de historiadores piensan que Juan Smyth fue el fundador de la denominación bautista; mientras que otros, creen que Smyth solo es un «precursor» de la denominación, como lo es Juan El Bautista, del Mesías. Pues le faltaba el elemento de la inmersión, que llegó más tarde. Es verdad que había descubierto el principio del «bautismo de creyentes», pero tal cosa ya lo descubrieron los menonitas. Sin embargo, Smyth tuvo recelos para unirse a ellos.

La presión de otros separistas y de los mismos menonitas, hacen que Smyth estudie el asunto con más profundidad, convenciéndose que su «auto-bautismo» había sido una equivocación, por cuanto los menonitas «waterlander» tenían un bautismo correcto. Por lo cual Smyth y treinta miembros más, hacen una solicitud formal de ingreso en la congregación menonita, que Smyht nunca vio cumplida.

Aquí termina la historia y la personalidad de este valiente y sincero cristiano, que muere en 1.612, sin ver cumplido su deseo de que su congregación y él mismo se vieran aceptados por los menonitas, que no lo hicieron hasta l.615.

Justo Anderson, citando a Underwood dice:

«Juan Smyth tenía un nombre común pero no era un hombre común. Sus faltas eran las de su época y su carrera ilustra las dificultades y los tropiezos de un pionero. Era muy sensible a la nueva luz y singularmente valiente para actuar de acuerdo con sus convicciones; por eso, era un hombre «fuera de tiempo»; un hombre de sensibilidad evidente que se atrevió a reconocer sus propios errores. La nota primordial de su vida fue construir una iglesia visible sobre la base de las ideas y normas del Nuevo Testamento.»

«Los Bautistas «Generales»
Samuel P. Hernando
Madrid, verano de 1.999.-

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