Nº 1424 – 25 de Septiembre de 2011

Publicado por CC Eben-Ezer en

Dios nos ha dado un trabajo, una labor que realizar en esta tierra. Y lo más importante es que estemos atentos a sus instrucciones.

Esto es lo fundamental. No tanto lo bien que nos salga la tarea encomendada. Por eso es que el Señor ha sido y siempre será “Maestro”. De modo que Él nos corregirá, reorientará y seguirá instruyéndonos y formándonos todo el tiempo que sea menester, hasta que alcancemos el grado de maestría que Él desea para nosotros.

No vamos a perder la dignidad de discípulos por equivocarnos, por cometer errores, por estropear la labor encomendada en nuestras manos carentes de destreza, por cuanto el Bendito nos ha dado y siempre nos dará sus encomiendas precisamente para que lleguemos a alcanzar la destreza precisa.

Lo pecaminoso no es errar, sino no prestar atención a nuestro Señor bendito; no estar atentos a su Palabra, a sus instrucciones, a sus órdenes. Estar vigilantes es lo primordial y fundamental. Escuchar la voz del Maestro. Dejar de prestar atención a las cosas que nos distancian de nuestro Señor, que nos distraen, que nos llevan a dispersarnos hasta perder el camino por el que hemos de andar.

De ahí la enseñanza de Jesús acerca de lo que se añadirá a los que tienen, mientras que a los que no tienen se les quitará; por cuanto los distraídos perderán incluso lo que posean, sea poco o mucho, mientras que a los atentos se les añadirá sobre lo que tengan.

¿Estamos escuchando la voz del Señor en las Sagradas Escrituras?

¿Estamos atentos al testimonio del Espíritu Santo a nuestro propio espíritu?

Mucho amor.

Joaquín Yebra,  pastor.