Nº 1434- 18 de Diciembre de 2011

Publicado por CC Eben-Ezer en

La teología de la dominación promueve la creación de estereotipos negativos de los pueblos dominados y oprimidos de nuestro planeta. Ocultan la historia del pueblo dominado y mucho más la dominación actual. Si un pastor se atreve a derramar luz al respecto se le acusará de “hacer política” en vez de predicar el Evangelio.

Las teologías y filosofías de la dominación afirman, abierta o sutilmente, que unos pueblos nacieron para mandar y otros para obedecer. Esa es en síntesis la filosofía de Aristóteles, que junto con el platonismo, invadieron el cristianismo a edad muy temprana, haciendo a millones creer la patraña de poseer un alma inherentemente eterna, y justificando “cristianamente” una sociedad de clases.

La teología de la dominación y las iglesias que siguen su ruta no pueden creer en la profecía para nuestros días, por cuanto los profetas que Dios sigue levantando son emparentados por dichas organizaciones con el mismísimo diablo. Los pueblos que se rebelan son emparentados con el eje del mal, mientras que Dios es emparentado con el imperio de turno.

La teología de la dominación y sus iglesias se separan abierta o sutilmente de la cultura propia. Avergüenzan a los indígenas de América y de África, destacando siempre como superiores a las culturas grecorromanas y occidentales. Ocultan la judaidad de nuestro Señor Jesucristo, revistiéndole de anglosajonismo, en el ámbito protestante, y de romanismo en el católico.

El principio de la sabiduría dejar de ser el temor reverencial a Dios, quien es amor, para convertirse en la adaptabilidad al sistema.

Despejemos si somos capaces toda la parafernalia navideña y celebremos que el Verbo de Dios, quien es Dios, fue hecho carne y habitó entre nosotros, como uno de nosotros, para dar su vida por nosotros.

Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.