Nº 1.641 – 13 de Diciembre de 2015

Publicado por CC Eben-Ezer en

La relación con Dios fue descrita por los primeros cristianos de lengua griega como “Eusebia”, del substantivo “eusebos”, es decir, “piedad”. Quienes todavía creen que la relación con Dios es religiosa necesitan volver en sí, y siguiendo a Jesús en los Evangelios caer en la cuenta de que Cristo revela la relación con Dios en la piedad, no en la dogmática religiosa.

Por eso la piedad cristiana se perdió cuando la religiosidad establecida e institucionalizada ocupó su lugar, llegando a organizar “guerras santas”, “cruzadas”, hogueras inquisitoriales, persecuciones y toda la ignominia imaginable.

Por eso procuramos seguir enseñando algo que no creemos debamos olvidar, y es que Jesús estuvo entre nosotros como Maestro de espiritualidad, no de religión. Y que su predicación no fue de la Iglesia, sino del Reino. Sentimos que a algunos no les guste nuestra posición, pero no lo podemos evitar. Por otra parte, es algo recíproco.

La justicia del Reino de Dios es lo que Jesús nos ha pedido que busquemos en primer lugar. Por eso es que quien no hace justicia a su propio ser, quien se hace daño a sí mismo, no podemos esperar que no haga daño igualmente a los demás.

El Reino de Justicia que anhelamos, y que Jesús ha prometido instaurar, requiere que ya empecemos a adiestrarnos en él aquí y ahora: Vivir en justicia es lo que produce justicia para los otros; tener en cuenta las necesidades de los demás; respetar la libertad de todos; practicar la limosna (griego: “elemosine”, “justicia”, no “sobras”). Así y sólo así es como podemos salir de la vorágine de la corrupción que cada día define más acertadamente a nuestra sociedad.

Piadoso es quien vive la piedad con contentamiento; quien ve las cosas como las ve Dios. Así se disolverán también las ilusiones ficticias, las quimeras que el mercantilismo usa para convertir a los hombres en máquinas manipulables.

Entre tanto, no olvidemos que la piedad no es una conquista humana, sino un modo de ser, viviendo y viendo desde Dios.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

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